El pueblito entrerriano que lo tiene todo: termas, encanto colonial y buena comida a sólo cuatro horas de CABA

En un rincón de Entre Ríos, se alza uno de los destinos más encantadores para quienes buscan desconectar sin alejarse demasiado de la ciudad. A solo 360 kilómetros de Buenos Aires, esta ciudad ofrece una experiencia completa que combina naturaleza, bienestar, cultura e identidad gastronómica.
Conocida como la ciudad de las siete colinas, Victoria se distingue por sus paisajes ondulados, sus vistas privilegiadas al río Paraná y una arquitectura colonial que conserva la esencia del pasado. Sus calles tranquilas, sus plazas sombreadas y la amabilidad de su gente la convierten en el escenario perfecto para una escapada de fin de semana.

Uno de los grandes atractivos del lugar son las Termas Victoria del Agua, un parque termal que cuenta con piscinas cubiertas y al aire libre, áreas de spa, masajes y zonas de descanso. Es ideal tanto para parejas que buscan relajarse como para familias con niños, ya que ofrece actividades para todas las edades. Además, quienes deseen sumar una cuota de entretenimiento nocturno pueden visitar el Casino Victoria, ubicado en las cercanías.
Pero Victoria también invita al paseo tranquilo. El Cerro de la Matanza, con su vista panorámica, es el sitio predilecto para disfrutar de un picnic o simplemente contemplar el paisaje con un mate en la mano. El casco histórico, con su puente viejo y sus museos como el del Verbo Divino o el Museo de la Ciudad, permite adentrarse en la historia local y en su rica tradición religiosa y cultural.
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En ese mismo espíritu, se destaca la Abadía del Niño Dios, el primer monasterio benedictino de Sudamérica, que abre sus puertas a los visitantes con propuestas de turismo espiritual, venta de productos elaborados por los propios monjes y un ambiente sereno ideal para retiros breves o introspección.
La gastronomía local es otro de los pilares de la experiencia en Victoria. En sus alrededores abundan tambos y queserías artesanales donde se elaboran productos como sardo, pategrás y quesos saborizados con hierbas o especias. A esto se suman los dulces de frutas de estación, el tradicional dulce de leche y la miel del monte entrerriano.
Las empanadas de pescado de río, hechas con boga o dorado, son una verdadera especialidad que no puede pasarse por alto, al igual que el clásico asado que se disfruta en las parrillas del centro histórico.

Cómo llegar a Victoria, en Entre Ríos
Llegar a Victoria es sencillo. Desde Buenos Aires, el trayecto en auto demanda alrededor de cuatro horas. Se toma la autopista hacia Rosario y desde allí se cruza el imponente Puente Rosario–Victoria, que regala una vista majestuosa del río Paraná y su delta. Luego, solo bastan algunos kilómetros por la Ruta 11 para arribar a esta ciudad encantadora.
En tiempos donde el turismo de cercanía cobra protagonismo, Victoria se presenta como una alternativa ideal: accesible, tranquila, y con una identidad que se respira en cada detalle. Perfecta para recargar energías, disfrutar de lo simple y reencontrarse con los placeres del buen vivir.