Qué es el “speed-watching”: la nueva tendencia que afecta la forma en la que consumimos contenido
Este hábito preocupa a los especialistas debido a que podría afectar la atención, la memoria y hasta el modo en el que procesamos la información diaria.

Para muchas personas, mirar televisión mientras scrolean las redes sociales es un hábito cada vez más grande y es por eso que el llamado speed-watching dejó de ser solamente una curiosidad para convertirse en un hábito. Desde niños chiquitos hasta los más grandes, muchos buscan acelerar los videos, los audios o incluso los podcast para consumirlos de forma más “eficiente”.
La función, que ya se encuentra incorporada en plataformas como YouTube, TikTok, Instagram, Spotify y servicios de streaming, crece especialmente entre jóvenes que priorizan la rapidez sobre el disfrute o la comprensión profunda. Pero los expertos alertan: este ritmo acelerado no llega sin consecuencias.

Para muchos especialistas, la expansión del speed-watching está directamente ligada a la cultura de la inmediatez y la sensación de urgencia permanente que dan las redes sociales. Además, también se presenta algo conocido como FOMO (miedo a quedarse afuera de algo) y convierten el ocio en una carrera por “estar al día”.
Hoy en día, las series, los tutoriales y hasta las películas pueden verse en velocidad 1.5x o 2x. La tendencia también viene acompañada de otros hábitos acelerados, como leer en diagonal o buscar palabras clave en lugar de ideas completas. Este consumo exprés forma parte de un escenario más amplio: menos paciencia, más ansiedad y una creciente intolerancia a los procesos lentos.
La neurociencia ha hablado: qué dicen los expertos sobre el speed-watching
La neuróloga Lucía Vidorreta Ballesteros, del Hospital Quirónsalud San José, advierte que aunque parezca eficiente, esta práctica altera funciones cognitivas esenciales. “Tiene implicaciones profundas para el procesamiento cognitivo, la atención y el aprendizaje”, explica.
Entre los efectos señalados, podrían encontrarse los siguientes:
- Procesamiento superficial de la información: a mayor velocidad, menor capacidad de retener conceptos.
- Dificultades para consolidar recuerdos: el cerebro no cuenta con el tiempo necesario para fijar lo aprendido.
- Condicionamiento a la sobreestimulación: la exposición habitual a ritmos acelerados reduce la tolerancia a tareas extensas y sostenidas.

Estudios recientes indican que, cuanto más se recurre a velocidades aumentadas, más demanda el cerebro estímulos rápidos, lo que afecta negativamente la atención.
De hecho, está cientificamente comprobado que la aceleración constante también tiene un impacto en lo emocional. La sobreestimulación disminuye el disfrute, hace que la espera genere ansiedad y fomenta hábitos compulsivos de consumo.
En este sentido, los mismos especialistas en psicología y neurociencia insisten en que el uso excesivo del speed-watching “puede alterar funciones cognitivas esenciales como la atención sostenida, la concentración y la consolidación de la memoria”.
En estudiantes, este patrón deriva en:
- Menor capacidad para seguir clases completas.
- Falta de profundidad al estudiar textos extensos.
- Dificultad para mantener la atención sin estímulos inmediatos.


















