Hospedarse en un vagón de tren: el pueblito a 1 hora de CABA que ofrece esta experiencia única, ideal para una escapada

La primavera se presenta como la estación perfecta para escaparse y disfrutar de un fin de semana diferente. Durante esta época, los pueblitos de Buenos Aires se roban todas las miradas y es que, no hay nada más relajante que alejarse del ruido de la ciudad. Pero eso no es todo: algunos de estos lugares ofrecen experiencias únicas para hospedarse, como dormir en vagones de tren transformados en alojamientos originales e innovadores.
San Antonio de Areco es uno de los destinos preferidos para una escapada rápida desde la Ciudad de Buenos Aires, gracias a su cercanía: está ubicado a apenas 110 kilómetros, lo que equivale a menos de una hora y media en auto. Y es allí donde se puede vivir la experiencia única de dormir en vagones de tren.

Con su tradición gauchesca, este pintoresco pueblo se convierte en el lugar perfecto para disfrutar en pareja, con amigos o en familia, y vivir una experiencia realmente inolvidable durmiendo en vagones de tren.
La experiencia de dormir en un vagón de tren
Los Vagones de Areco es un hotel boutique rural ubicado a 15 km de San Antonio de Areco, que ofrece una experiencia única: alojarse en vagones de tren restaurados, decorados con muebles de época y equipados con todas las comodidades modernas, en un entorno rural y tranquilo.
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Atendido personalmente por sus dueños y su equipo, el hotel nació con el objetivo de brindar un espacio auténtico, donde cada rincón cuenta una historia y cada huésped se sienta como en casa. Las habitaciones se encuentran dentro de antiguos vagones cuidadosamente restaurados, combinando el encanto del pasado con el confort actual, en un entorno que invita al descanso y la contemplación.
Además, el parque donde se ubican los vagones está lleno de detalles sorprendentes: bancos antiguos, un campanario con cinco campanas alemanas, objetos históricos y curiosidades que invitan a explorar. El museo del hotel alberga antigüedades que reflejan la historia argentina en su época de oro.

La experiencia incluye pensión completa: al mediodía, un delicioso asado a la leña bajo la sombra de los árboles; por la tarde, tras unos mates, se puede recorrer el museo y sumergirse en la historia; y las cenas se sirven en un vagón comedor inglés de más de 120 años. Al caer la noche, un fogón acompañado de una copa de vino y buena conversación cierra la jornada.
Este es un lugar ideal para desconectarse de la ciudad, disfrutar de una gastronomía auténtica, sorprenderse con antigüedades únicas y descansar en un hospedaje original, donde cada vagón conserva su encanto y personalidad.

Los Vagones de Areco se encuentran a apenas 7 km de la antigua Estación Vagues, a minutos del pintoresco San Antonio de Areco y a solo 110 km de Buenos Aires, Argentina.
Cómo llegar a Los Vagones de Areco desde CABA
La opción más rápida y cómoda es ir en auto desde CABA:
- Tomar la autopista Panamericana (Ruta 9) hacia Campana/Rosario.
- Luego, seguir por la Ruta 8 hasta llegar a San Antonio de Areco.
- Desde el centro del pueblo, Los Vagones de Areco están a aproximadamente 15 km.
- Distancia total: unos 110 km
- Tiempo estimado: menos de 1 hora y 30 minutos
La historia de San Antonio de Areco, un pueblo lleno de cultura y tradición
San Antonio de Areco, ubicado a 110 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, es uno de los pueblos más antiguos y tradicionales de la provincia. Su origen se remonta a 1730,cuando José Ruiz de Arellano donó tierras para erigir una capilla en honor a San Antonio de Padua, dando así nacimiento al pueblo. Desde entonces, Areco fue creciendo como un asentamiento estratégico sobre el Camino Real, la vía que conectaba Buenos Aires con el Alto Perú.

Durante los siglos XVIII y XIX, San Antonio de Areco se consolidó como un importante centro rural. La vida social y económica giraba en torno a las estancias y a la actividad ganadera, bases fundamentales de su identidad gauchesca. El Puente Viejo, construido en 1857,simbolizó el crecimiento de la región, siendo además el primer peaje del país, esencial para el tránsito comercial de la época.