El error más común: los dos ingredientes que están prohibidos en una salsa

Aunque no lo creas, estos ingredientes suelen estar en la lista de “aprobados” popularmente. Sin embargo, la gastronomía responde que es un grave error.
Salsa de tomate. Foto: Unsplash.
Salsa de tomate. Foto: Unsplash.

En la cocina casera, pocas preparaciones son tan clásicas y versátiles como la salsa de tomate. Ya sea para pastas, pizzas, carnes o guisos, esta receta es un básico del hogar, ya que es fácil de hacer, muy rendidora y, sobre todo, riquísima.

Sin embargo, muchos cometen errores al prepararla, añadiendo ingredientes que comprometen su sabor y autenticidad. Y aunque el error es bastante común, lo cierto es que los grandes chefs indican que se trata prácticamente de un pecado en la cocina.

Salsa de tomate. Fuente: Freepik
Salsa de tomate. Fuente: Freepik

De hecho, según los expertos en cocina mediterránea, hay dos ingredientes que jamás deberían formar parte de una salsa de tomate casera tradicional: azúcar y manteca. Pero, ¿Por qué?

  • Azúcar: aunque es común encontrarla en recetas para “corregir la acidez”, los tomates maduros de calidad no necesitan este aditivo. El azúcar enmascara los sabores naturales en lugar de realzarlos, resultando en una salsa artificialmente dulce que se aleja del perfil clásico italiano.
  • Manteca: Si bien aporta untuosidad, su grasa láctea choca con la acidez del tomate, generando una textura pesada. Además, rompe con la esencia de la cocina mediterránea, basada en el uso del aceite de oliva como grasa principal.
La salsa de tomate no debe llevar azúcar Foto: Freepik.

La receta auténtica de salsa de tomate casera

Ingredientes (para 4 personas):

  • 800 g de tomates maduros (o una lata de tomates enteros pelados de buena calidad)
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • 2 dientes de ajo
  • 1 cebolla pequeña (opcional)
  • Sal al gusto
  • Hojas de albahaca fresca (opcional)
  • Pimienta negra (opcional)

Paso a paso:

  1. Preparar los tomates: Si usás tomates frescos, haceles un corte en cruz en la base, hervilos 1 minuto, pelalos y cortalos en cubitos. Si usás tomates en lata, podés usarlos directo.
  2. Sofrito: En una sartén o cacerola grande, calentá el aceite de oliva. Agregá los dientes de ajo picados (y la cebolla, si querés) y cociná hasta que estén apenas dorados.
  3. Agregar los tomates: Sumá los tomates trozados con su jugo. Bajá el fuego y cociná a fuego lento unos 30 a 40 minutos, revolviendo cada tanto.
  4. Condimentar: Salpimentá a gusto. Al final, si te gusta, podés agregar unas hojas de albahaca fresca para darle un toque más aromático.
  5. Textura: Si te gusta una salsa más fina, podés procesarla o pasarla por un pasapuré. Si preferís algo más rústico, dejala como está.