Alerta por microplásticos en el cerebro: pueden acelerar el deterioro cognitivo y agravar el Alzheimer y el Párkinson
Se estima que una persona adulta ingiere 250 gramos de microplásticos al año, equivalente a cubrir un plato llano. Estos entran al organismo a través de mariscos contaminados, sal de mesa, agua embotellada, alimentos procesados y hasta tejidos sintéticos que liberan fibras durante el lavado.

La ciencia reveló un nuevo impacto devastador de los microplásticos: al parecer, estos pueden llegar al cerebro y desencadenar procesos inflamatorios capaces de acelerar el deterioro cognitivo.
Así lo señala una revisión científica reciente, que identificó cinco mecanismos celulares mediante los cuales estas partículas microscópicas dañan el tejido nervioso. Debido a esto, podrían agravar enfermedades como el Alzheimer y el Párkinson.
El estudio, publicado en Molecular and Cellular Biochemistry, resulta de la colaboración entre la University of Technology Sydney y Auburn University.
Los investigadores señalan que más de 57 millones de personas viven actualmente con demencia a nivel mundial, una cifra que aumentará drásticamente en las próximas décadas. En este escenario, los microplásticos suman a la amenaza, ya que la exposición a estas partículas es inevitable.
Se estima que una persona adulta ingiere 250 gramos de microplásticos al año, equivalente a cubrir un plato llano. Estos entran al organismo a través de mariscos contaminados, sal de mesa, agua embotellada, alimentos procesados y hasta tejidos sintéticos que liberan fibras durante el lavado.
Cinco formas en que los microplásticos dañan el cerebro
Los microplásticos afectan al cerebro mediante procesos interconectados que se refuerzan mutuamente:
- Activación excesiva del sistema inmune cerebral: Las células de la microglía interpretan estas partículas como intrusos, generando inflamación constante que mantiene al tejido nervioso en estado de alerta permanente.
- Estrés oxidativo: Aumenta la producción de especies reactivas de oxígeno, moléculas que deterioran proteínas y membranas celulares mientras reducen la capacidad antioxidante natural del organismo.
- Debilitamiento de la barrera hematoencefálica: Este filtro protector se vuelve poroso, permitiendo que sustancias inflamatorias y células inmunes entren con mayor facilidad al cerebro, iniciando un círculo vicioso de daño.
- Interferencia en la producción de energía: Las mitocondrias pierden eficiencia para generar ATP. Sin energía suficiente, las neuronas funcionan peor y se vuelven vulnerables al estrés metabólico.
- Deterioro neuronal directo: La combinación de inflamación, pérdida energética y barrera debilitada provoca que las neuronas muestren alteraciones estructurales y en su capacidad de transmitir señales.

La conexión de los microplásticos con las enfermedades neurodegenerativas
Según los especialistas, los microplásticos podrían actuar como acelerantes en cerebros ya vulnerables.
En modelos experimentales, estas partículas favorecen la acumulación de beta-amiloide y tau, proteínas asociadas al Alzheimer, y promueven la agregación de α-sinucleína, vinculada al Párkinson.
Se observa además vulnerabilidad adicional en las neuronas dopaminérgicas, esenciales para el control del movimiento. Aunque no existe confirmación de una relación causal directa, la evidencia apunta en una dirección preocupante.
Microplásticos: ¿es posible reducir la exposición?
Mientras continúan las investigaciones sobre cómo los microplásticos se inhalan, dónde se depositan y cómo afectan otros órganos además del cerebro, los expertos recomiendan acciones cotidianas para disminuir el riesgo.
Entre ellos, se recomienda evitar envases de plástico, optar por tejidos naturales y reducir el consumo de alimentos ultraprocesados para limitar la entrada de microplásticos al organismo en general y al cerero en particular.
La comprensión completa del fenómeno ayudará a orientar políticas públicas sobre envases, textiles y gestión de residuos.
Los microplásticos en el cerebro representan un desafío sanitario que requiere atención urgente tanto a nivel individual como colectivo, especialmente considerando su presencia ubicua en el ambiente y la dificultad para evitar la exposición diaria.


















