Tensión en la realeza británica: la razón por la cual Carlos III quiere eliminar una histórica tradición navideña
Con la creciente presión por adaptarse a los valores contemporáneos, este cambio podría ser el primero de muchos en una monarquía que busca redefinir su imagen en el siglo XXI. ¿Es el fin de una era o el inicio de una nueva visión?

La Navidad de la Corona Británica podría sufrir su transformación más radical en seis décadas. Fuentes cercanas al Palacio de Buckingham aseguran que el rey Carlos III está decidido a suspender la tradicional reunión familiar en la finca de Sandringham, una medida que busca distanciar a la institución de costumbres consideradas anacrónicas.
Según trascendió desde el entorno real, el monarca sostiene que mantener el evento bajo los formatos actuales representaría una “falta de coherencia con los tiempos modernos”.

El Boxing Day: de día de caridad a “deporte de sangre”
El centro de la controversia no es la cena de Nochebuena, sino lo que ocurre el día siguiente. El Boxing Day (Día de las Cajas), que se celebra cada 26 de diciembre en el Reino Unido, tiene sus raíces en el siglo XIX como una jornada de caridad, donde las clases altas entregaban cajas con regalos y sobras de comida a sus sirvientes.
Sin embargo, para la familia Windsor, el Boxing Day es sinónimo de una actividad mucho más rústica y controversial: la gran cacería anual de faisanes.
Tradicionalmente, los hombres de la realeza, y algunas mujeres, como la princesa Ana, se reúnen en los bosques de la finca de 8.000 hectáreas en Norfolk armados con escopetas. El ritual consiste en una cacería organizada (driven shoot), donde los guardabosques espantan a las aves hacia la línea de fuego de los “royals”. Se estima que cientos de aves son abatidas en una sola mañana.

Por qué es una tradición “tóxica” para el nuevo reinado
La polémica radica en la contradicción que supone esta práctica para la imagen pública de Carlos III. El rey construyó su marca personal durante décadas como un pionero del ambientalismo, la agricultura orgánica y la protección de la biodiversidad.
Organizaciones como PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) y la Liga Contra los Deportes Crueles denunciaron durante años que la cacería en Sandringham es un “deporte de sangre” innecesario. Los críticos señalan dos puntos clave:
- La cría artificial: muchas de las aves no son salvajes, sino que son criadas en cautiverio específicamente para ser liberadas y disparadas ese día, lo que se considera una crueldad sistémica.
- El impacto ecológico: el uso de munición de plomo (tradicional en estas escopetas) contamina el suelo, algo que va en contra de los principios de sostenibilidad que el Rey predica.

Señales de un cambio irreversible
Este año, la ausencia de preparativos en la finca confirma este cambio. Empleados de Sandringham reportaron que no se realizó la crianza de aves para la jornada, un hecho sin precedentes. Una fuente allegada al palacio fue tajante al explicar la negativa del monarca a importar animales para mantener la tradición artificialmente: “El rey ha sido enfático en que no se reemplazarán los faisanes por ejemplares de criaderos externos; si no es natural, no se hace”.
Si finalmente se confirma la decisión, Carlos III habrá terminado con una tradición iniciada por la reina Isabel II, marcando un punto de inflexión. Para los analistas, este gesto no es solo una cancelación festiva, sino un intento deliberado de purgar a la monarquía de sus hábitos más cuestionados.













