El épico antecedente de la guerra en Ucrania: cuando Rusia enfrentó temperaturas extremas y al francotirador más letal de la historia

El territorio hoy conocido como Rusia, que en supo formar parte de la Unión Soviética, fue protagonista de numerosas guerras a lo largo de la historia, entre ellas las invasiones mongolas, napoleónicas y nazis.
Sin embargo, hubo un conflicto en particular que significó una profunda humillación para el régimen soviético y que funciona como un antecedente que ilusiona a Ucrania en el actual enfrentamiento con su poderoso vecino.

En 1939, a tres meses de haber comenzado la Segunda Guerra Mundial, se produjo un brutal enfrentamiento entre Finlandia y la Unión Soviética, conocido como la Guerra de Invierno. Durante 105 días de combates librados en condiciones extremas, con temperaturas que alcanzaban los cincuenta grados bajo cero, ambos países se enfrentaron en una lucha tan desigual como intensa: Finlandia, con apenas 300.000 soldados y 32 tanques, tuvo que resistir el avance de un ejército soviético que contaba con medio millón de hombres y más de 3.000 blindados.
El conflicto comenzó cuando los soviéticos amenazaron con invadir Finlandia y quedarse con una parte de su territorio por motivos estratégicos, económicos y militares.
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Su impacto fue enorme: el desarrollo de esta guerra hizo que Adolf Hitler creyera que conquistar la Unión Soviética sería una tarea fácil. Incluso, si el desempeño del Ejército Rojo en Polonia, en septiembre de 1939 (cuando Alemania y la URSS atacaron juntos ese país) ya había dejado mucho que desear, lo ocurrido en Finlandia resultó todavía más preocupante.

Cuando estalló la guerra entre soviéticos y finlandeses, el mundo daba por hecho que el Ejército Rojo ganaría en cuestión de semanas. Pero la realidad fue muy distinta: desde su independencia en 1917 -tras la caída del Imperio Ruso y el nacimiento de la República de los Soviets-, Finlandia se había estado preparando para un posible enfrentamiento con su enorme vecino del este.
Sin embargo, para los soviéticos la guerra estuvo lejos de ser un simple trámite. Los finlandeses resistieron el fuerte ataque inicial del Ejército Rojo y luego se guiaron por una estrategia tan simple como efectiva: usar tácticas de guerrilla contra grandes concentraciones de tropas enemigas en zonas estrechas y sin margen de maniobra, y pelear de frente solo cuando hubiera paridad de fuerzas o una clara ventaja sobre el rival.

El tirador más mortífero de la historia fue finlandés
Los finlandeses aplicaron con precisión su táctica y lograron abatir a miles de soldados soviéticos entre los bosques y las zonas rurales cercanas a la frontera. Además, contaban con un grupo de élite formado por algunos de los mejores francotiradores de la historia moderna. Entre ellos sobresalía Simo Häyhä, apodado “La Muerte Blanca” tanto por sus compañeros como por sus enemigos. Este humilde campesino, de apenas 1,58 metros, había pasado buena parte de su vida cazando lobos y otras presas en los bosques helados de su pueblo, un entrenamiento que lo convertiría en un tirador letal.
Durante la llamada Guerra de Invierno, Häyhä se especializó en eliminar oficiales enemigos con una precisión escalofriante. En apenas tres meses de combate, consiguió más de 500 bajas confirmadas, lo que lo consagró como el francotirador más mortífero de la historia.
Del lado soviético, la situación era tan caótica como humillante: un ejército formado en gran parte por campesinos de una exprovincia rusa estaba frenando el avance del que, en teoría, era el ejército más poderoso del mundo. Mientras los soviéticos sufrían derrota tras derrota, Hitler observaba atentamente y empezaba a convencerse de que conquistar la Unión Soviética sería una tarea sencilla y rápida.

Ante ese panorama desesperante, Stalin mantuvo su línea de acción: enviar hombres al frente sin medir las pérdidas humanas ni materiales. La estrategia de desgaste terminó rindiendo frutos: el gobierno finlandés, exhausto tras meses de lucha, se vio obligado a firmar un acuerdo de paz y ceder los territorios reclamados por los soviéticos.
Formalmente, fue una victoria soviética, pero los números contaban otra historia. En los pocos meses que duró el conflicto, Finlandia perdió alrededor de 25.000 soldados, mientras que las bajas soviéticas superaron las 200.000. La paradoja quedó inmortalizada en las palabras de un oficial soviético: “Ganamos la guerra. El territorio que obtuvimos fue suficiente para enterrar a nuestros muertos.”













