Así es la isla habitada más pequeña del mundo: Just Room Enough, un lugar que desafía las reglas de la naturaleza

En medio del río San Lorenzo, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, hay una isla que no deja de sorprender a quienes buscan curiosidades del mundo: se trata de Just Room Enough (“Apenas lo Suficiente”), un diminuto islote que forma parte del archipiélago de las Mil Islas y que ostenta un curioso récord: es la isla habitada más pequeña del planeta.
Con apenas 310 metros cuadrados, este pedacito de tierra alberga una casa, un árbol, algunos arbustos, bancos de jardín y hasta una mini playa. El espacio es tan ajustado que cada rincón cuenta. Cuando el río baja, la isla “crece” un poco y deja ver más superficie, pero durante la primavera, con el deshielo, el agua puede llegar hasta los mismos cimientos de la vivienda. Un lugar tan singular como encantador.

La curiosa historia de la isla Just Room Enough: cómo visitarla
En los años 50, la familia Sizeland buscaba un rincón alejado del ruido y el ritmo acelerado de la ciudad. Su idea era simple: tener un refugio de verano donde conectarse con la naturaleza y disfrutar de la tranquilidad. Así fue como dieron con este minúsculo islote, que en un principio parecía perfecto para levantar una casa sencilla y aislada del mundo.
Con el tiempo, lo que comenzó como un proyecto modesto se transformó en una verdadera curiosidad. La isla, con su casita solitaria, empezó a captar la atención de quienes navegaban por la zona, y pronto se volvió un imán para los turistas que se acercaban en bote a fotografiarla. Sin proponérselo, la familia creó un símbolo de cómo lo pequeño también puede ser extraordinario.
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Según informó el medio, la familia Sizeland logró convertir este diminuto islote en un hogar que equilibra perfectamente la comodidad con la sencillez. Rodeada por el río San Lorenzo, la casa ofrece vistas inigualables y una conexión total con la naturaleza, ideal para quienes buscan desconectar del mundo.
Más allá de su tamaño, el encanto de esta isla está en la creatividad con la que se aprovechó cada centímetro. Es un claro ejemplo de cómo, con ingenio y adaptación, se puede habitar incluso los espacios más pequeños sin perder calidad de vida ni armonía con el entorno.

Si bien no se puede visitar, la isla puede admirarse desde las rutas de navegación del río San Lorenzo, lo que la convierte en una parada obligada para los curiosos que pasan cerca. En un contexto donde el espacio es cada vez más escaso, este minúsculo rincón demuestra que, con imaginación y practicidad, hasta el lugar más pequeño puede transformarse en un verdadero hogar.