Uno de los genocidios más brutales del siglo XIX: cuando Rusia exterminó el 95% de un pueblo

Uno de los genocidios menos mencionados en los relatos históricos es el que tuvo lugar durante la invasión y ocupación de Circasia por parte del Imperio ruso, cuando miles de circasianos fueron asesinados, desplazados o forzados al exilio.
El conflicto ruso-circasiano comenzó con la llegada inicial de fuerzas de ocupación rusas en 1763, y terminó con la firma de varios juramentos de lealtad impuestos por los rusos a los jefes circasianos el 2 de junio de 1864. Los mismos derivaron en la ocupación total de la región por fuerzas rusas y en una posterior migración masiva de millones de circasianos nativos hacia territorios del Imperio otomano (la moderna Turquía, Siria, Líbano, Israel, Jordania y Kosovo).

Se calcula que más de un millón de circasianos fueron expulsados hacia el Imperio Otomano, en condiciones tan precarias que decenas de miles murieron en el trayecto. Es por eso que se dice que, a lo largo del siglo XIX, y especialmente tras la Guerra del Cáucaso (1817-1864), las fuerzas imperiales llevaron adelante una campaña sistemática de limpieza étnica.
¿Por qué Rusia exterminó a los circasianos?
La región circasiana fue una ubicación estratégica clave en medio de la lucha de poder entre el emergente Imperio ruso, las ya establecidas Gran Bretaña y Francia, y el endeble Imperio otomano durante mediados del siglo XVIII. Rusia había fijado su mirada expansionista a lo largo del mar Negro, mientras que el Reino Unido y Francia trataron de reducir la capacidad rusa para aprovechar la decadencia del Imperio otomano, una política exterior conocida como la respuesta a la Cuestión Oriental.
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Los planes de expansión de Pedro el Grande hacia la India y el mar Negro incluían enfrentarse tanto a los turcos como a Persia, en especial a esta, a fin de abrir rutas comerciales hacia Siria. Para facilitar la caída de Persia, Rusia requería de astilleros en el mar Negro, lo que hizo de Circasia, con su costa, un objetivo militar.
Ante esta situación, unos años más tarde, el desastre: se calcula que, de una población estimada en algo más de cuatro millones de individuos que habitaban el territorio de Circasia en 1840, murieron entre 1,5 y dos millones –lo que significa que se asesinó al 50%–, y que los deportados fueron alrededor de un millón y medio.

Estos deportados fueron trasladados en condiciones deplorables, siendo sistemáticamente robados y asesinados al menos la mitad de ellos. En total, el genocidio culminó con el asesinato o expulsión de entre el 95 y el 97% del pueblo circasiano.
Circasia, testigo de un genocidio muy importante en la historia
El 14 de septiembre de 1829, los imperios otomano y ruso firmaron el Tratado de Adrianópolis. En uno de los artículos del mencionado tratado, el sultán cedía a Rusia la soberanía de Circasia. Este punto fue impugnado por la confederación de tribus circasianas, que afirmaron haber sido siempre independientes y, por lo tanto, se negaron a reconocer validez alguna al tratado, y mucho menos la soberanía de los rusos sobre ellos.
Bastante indignado por la reacción de los circasianos, el zar Nicolás I nombró en 1833 al general Grigori Zass como comandante de la parte circasiana de la frontera del río Kubán. Sus órdenes: limpiar Circasia de circasianos. Con él se iniciaría lo que la historia denominó el Genocidio Circasiano, el mayor, más numeroso y más desconocido del siglo XIX.

Zass postulaba tratar a los circasianos como “animales salvajes”, por lo que organizó campañas para la propagación de epidemias entre ellos con el fin de diezmar su población, al tiempo que llevaba a cabo una sistemática campaña de terror orientada a espantar a los habitantes y obligarlos a abandonar sus tierras.
Esta campaña de terror no tuvo ningún tipo de restricción moral o legal, pero sí libertad absoluta para que la tropa hiciera lo que le placiera. Hubo violaciones en masa de niños delante de sus padres, asesinatos, mutilaciones y torturas.
Este episodio, marcado por la violencia, el desarraigo y la negación sistemática de identidad, aún hoy es motivo de reclamo y memoria para el pueblo circasiano.