El trágico final del hijo del prócer de la Revolución de Mayo: se enfrentó a Rosas, fue decapitado y el destino de su cabeza es un enigma

El 7 de noviembre de 1839 era derrotada la revolución de los Libres del Sur, levantada en contra el gobierno del general Juan Manuel de Rosas. La misma se había iniciado el 29 de octubre en la zona rural de Dolores, pero el triunfo de las tropas rosistas al mando del general Prudencio Ortiz de Rosas y del coronel Nicolás Granada, en la sangrienta batalla de Chascomús, dio por terminado cualquier alzamiento. Radiografía de un evento político que trajo trágicas consecuencias y se cobró la cabeza del hijo de un héroe de la Revolución de Mayo.
Para entender la situación social y económica en que se da esta revuelta hay que irse un año antes de los acontecimientos: al bloqueo francés al Río de la Plata de 1838 que, entre otras consecuencias, llevó al cierre de exportaciones trayéndole graves problemas económicos a la población y a la reducción del gasto público. Parte de los afectados por esta situación eran los productores rurales, que además sufrieron la concesión de sus campos a través de la enfiteusis por parte del gobierno.

Rosas decidió suspender la renovación de los contratos de las tierras y exigió su devolución o la compra inmediata por parte de sus arrendatarios. La enfiteusis era la principal forma de tenencia de campos en el sur de la provincia y el Restaurador vio esta oportunidad para vendérselos únicamente a sus aliados y negárselo a quienes consideraba “enemigos”. El descontento comenzó a crecer entre los estancieros que decidieron gestar un plan para derrocarlo liderados por el hijo de Manuel Vicente Maza, mejor amigo del gobernador.
Traiciones, una sangrienta batalla y castigos ejemplares
A fines de junio se supo en el sur de la provincia que los conspiradores de la ciudad de Buenos Aires estaban listos para lanzarse a la revolución. Rosas ordenó el arresto del coronel Ramón Maza. Manuel Vicente, su padre, intentó salvarlo disponiéndose a escribirle una carta para pedirle clemencia, pero mientras escribía la misiva en la noche del 27 de junio, un grupo de hombres pertenecientes a La Mazorca ingresó en su oficina y, armados con cuchillos, lo asesinaron. Al día siguiente, Ramón era fusilado, y sus aliados en la revuelta huyeron de Buenos Aires en los días siguientes. María Mercedes Fernández Puelma, esposa de Manuel Vicente Maza y madre de Ramón, se suicidaría días después del asesinato de su marido y del fusilamiento de su hijo.
También podría interesarte

Los jefes de la revolución de los Libres del Sur eran los coroneles Ambrosio Crámer, un antiguo oficial de Napoleón Bonaparte, que había participado en las guerras de independencia argentinas; Pedro Castelli, hijo de Juan José, prócer de la Independencia; Manuel L. Rico, un militar de carrera de orientación federal, pero descontento con Rosas; Matías Ramos Mejía, militar de orientación unitaria, y sus hermanos Ezequiel y Francisco; Apolinario Barragán, José Ferrari; Benito Miguens; Marcelino Martínez Castro; Leonardo Domingo de la Gándara, que había combatido como oficial de los “Húsares” en las invasiones inglesas y participó de la Revolución de Mayo, además de haber sido funcionario de Bernardino Rivadavia; y Francisco B. Madero, que sería vicepresidente de Julio Argentino Roca entre 1880 y 1886. Decidieron iniciar la revuelta el día 6 de noviembre, pero la noticia de que Rosas estaba al tanto de sus movimientos y reunía tropas para oponérseles los obligó a adelantarse.

El jueves 7 de noviembre de 1839, a las 5 de la mañana y a orillas de la laguna Chascomús, se libró un combate de tres horas. Con Rosas fueron 1600 solados y 300 indios frente a unos 1700 hombres de los “Libres del Sur” que se enteraron en pleno enfrentamiento que varios de los que creían de su lado, peleaban para el enemigo.
Para el 10 Dolores ya había sido recuperada por Rosas, para los hombres del campo que “mostraron fidelidad” se los premió con tierras que eran de los rebeles. Crámer y otros jefes habían sido asesinados en el campo de batalla, el destino de Castelli sería peor.

Pedro Castelli
Uno de los seis hijos de Juan José, prócer de la Revolución de Mayo, fue asesinado días después cuando fue descubierto en una estancia. Durán lo degolló y le cortó la cabeza, colocándola en la pica de la plaza para que todos vieran de lo que era capaz Rosas si alguien lo “traicionaba”.

La cabeza se mantuvo exhibida hasta, por lo menos, junio de 1847. Allí nació otra leyenda sobre lo que ocurrió con los restos de don Pedro, cuentan que la correntina Francisca “Mamá Pancha” Gutiérrez en una mañana lluviosa cruzó por la plaza cuando notó que los restos del desdichado estanciero habían caído y decidió esperar a la noche para“salvarlo”.
Francisca le pidió a su hijo, José Moldes, que tome la cabeza y la lleve a su rancho para resguardarla. Hacerlo y ser descubierto le hubiese significado ser fusilado, pero aceptó ante el pedido y fue a buscarla para llevársela escondida debajo de un grueso poncho. Se dice que doña “Pancha” rasgó el cotín del colchón para colocarla allí durante cinco años hasta la caída de Rosas en 1852, sus vecinos le aconsejaron que lo mejor era deshacerse de esta y la sepultó en un hoyo en el cementerio.

Rómulo Castelli, hijo de Pedro y nieto de Juan José, llegó hasta Dolores para reclamar los restos de su padre, pero no tuvo suerte. Fue con José Moldes hasta el cementerio, pero la cabeza ya no estaba y nunca más se supo de su paradero. Hoy la plaza donde por años fue exhibido lo que quedaba del jefe revolucionario lleva su nombre, un homenaje a uno de los pocos que se atrevió a rebelarse con uno de los personajes más polémicos de la historia argentina.

















