Admirado por San Martín y odiado por Sarmiento: el único prócer que no tiene feriado ni calles en CABA

Uno de los personajes principales del siglo XIX, como así también uno de los que más polémica despertó. Por qué el recelo por un homenaje y la parte que la “historia oficial” no cuenta.
Próceres argentinos
Próceres argentinos Foto: archivo

La historia argentina, como la universal, está escrita casi en su totalidad por quienes salieron victoriosos. En esa construcción del pasado no hay dudas de que hay héroes y villanos, pero con el correr del tiempo ese “relato oficial” se ha ido cuestionando y reversionando para tener la más fidedigna posible.

Entre esos personajes malévolos nos encontramos con el más famoso: Juan Manuel de Rosas. Hombre resistido por la historiografía oficial, que tuvo a Bartolomé Mitre y Domingo Sarmiento como grandes artífices, pero cuyo protagonismo es innegable. Tan es así que el mismísimo José de San Martín lo reconoció. Entonces, ¿por qué no tiene feriados ni calles?

Don Juan Manuel, “El Restaurador”

Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rosas y López de Osornio nació el 30 de marzo de 1793 en Buenos Aires, hijo de León Ortiz de Rozas y Agustina López de Osornio. Su familia era una de las más importantes de la Provincia, puesto que poseían varios miles de hectáreas, lo que convirtió en un prestigioso estanciero de la región.

Su figura política comenzó a crecer a medida que la guerra civil entre unitarios y federales escalaba, transformándose en un dirigente militar representando a los propietarios rurales y alineándose a la corriente federal que sería clave en sus mandatos. El fusilamiento de Dorrego significó un hecho clave en sus aspiraciones, la decisión de Juan Lavalle de asesinar al exgobernador terminaría por acabar con su carrera política y acrecentar la de Rosas que vio una oportunidad repudiando el hecho y ganando adeptos que veían con buenos ojos que ocupe el lugar de gobernador.

Retrato de Juan Manuel de Rosas, historia argentina
Retrato de Juan Manuel de Rosas, historia argentina

Finalmente, el 8 de diciembre de 1829, la legislatura de Buenos Aires lo proclamó Gobernador dándole el título de Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires, esto significaba que tendría todas las facultades ordinarias y extraordinarias. Su primer mandato duró hasta el 17 de diciembre de 1832. Durante los años en los que no fue gobernador la escalada de violencia entre unitarios y federales estaba en su punto máximo con el asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco, esto obligó a que el gobernador Vicente Maza renuncie y se le ofrezca a Rosas un nuevo mandato que rechazó en un principio por no tener las facultades que si se le habían dado en el primero. Finalmente, este pedido fue aceptado y se le otorgó la suma del poder público, que no era más que la representación y ejercicio de los tres poderes del Estado. El 7 de marzo de 1835 comenzó su segundo período como gobernador.

Rosas fue derrocado en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, se fue exiliado a Inglaterra. Pero el fantasma de su nombre siguió merodeando Buenos Aires, siempre siendo sinónimo entre la barbarie y un reconocimiento que nunca le llegó.

Batalla de Casero el 3 de febrero de 1852
Batalla de Casero el 3 de febrero de 1852

Sin feriados ni calles

Esto hizo que, a diferencia de otros próceres, su nombre no se tradujera en un feriado nacional. Recién en 1989 sus restos fueron repatriados desde Inglaterra, donde había muerto en 1877, y en 1999 el Congreso Nacional lo declaró “héroe nacional”.

Era tanto el desprecio por su nombre que en febrero de 1899, 47 años después de la Batalla de Caseros, Adolfo Jorge Bullrich, intendente municipal, tomó la decisión de dinamitar lo que quedaba del histórico caserón de Palermo, su última casa en el Río de la Plata.

Vista del caserón de Rosas, años después del derrocamiento del gobernador
Vista del caserón de Rosas, años después del derrocamiento del gobernador

Cuando se escucharon las explosiones, la gente aplaudió y hubo gritos de alegría. Para las cinco de la mañana del 3 de febrero solo quedaban escombros. El aromo del perdón, el árbol donde su hija Manuelita lo convencía de frenar una ejecución o liberar a algún opositor, fue el que peor se la llevó: la planta fue despojada y debieron poner vigilancia militar.

El gesto de San Martín

Para marzo de 1838, Francia bloqueó el puerto de Buenos Aires debido a un conflicto diplomático con Rosas: el enojo por no recibir el mismo trato que Inglaterra y porque los franceses residentes en la Confederación Argentina no estaban exceptuados del servicio militar como sí lo hacían los ingleses. El 29 de octubre de 1840, se firmó el Tratado Arana-Mackau. El representante argentino Felipe Arana y el francés Ange René Armand de Mackau, acordaron que la Provincia indemnizaría a ciudadanos franceses por las pérdidas del conflicto, que ningún ciudadano francés tendría más privilegios que otro extranjero en la Confederación, y que los franceses abandonarían la Isla Martín García devolviendo todo lo secuestrado y levantando el bloqueo al puerto.

La historia del sable corvo y cómo llegó a Rosas
La historia del sable corvo y cómo llegó a Rosas

Enterado de esto, el 23 de enero de 1844 San Martín redactó su testamento en París. Fue por esta victoria de Rosas ante los franceses, y no por la Vuelta de Obligado, como se cree, que el Padre de la Patria decidió dejarle su sable:

El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido, al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataron de humillarla”.

Un detalle que la historia oficial parece siempre olvidar, lo cierto es que el prócer máximo argentino decidió darle su objeto más preciado a quien intentaron “borrar”. Hoy en día la Ciudad de Buenos Aires sigue sin tener una calle Rosas. Solo la Provincia cuenta con la Avenida Brigadier General Juan Manuel de Rosas, la cual forma parte de la Ruta Nacional 3 entre los kilómetros 14 y 47. Justamente esos terrenos le pertenecieron hace mucho, cuando aun su leyenda recién comenzaba.