Aparece en Nueve Reinas: cómo funciona “la uruguaya”, la estafa relámpago que engaña a la gente bajo presión
Se trata de una de las más finas del cine argentino, una maniobra que mezcla cálculo rápido, confusión y presión psicológica. Todo empieza cuando Juan (Gastón Pauls) entra a un kiosco para hacer una compra mínima de $5, pero termina ejecutando una trampa matemática.

En la vida cotidiana, muchas estafas prosperan porque alguien toma decisiones a las apuradas, bajo presión y sin revisar bien los números. Un ejemplo perfecto, y ya un clásico del cine argentino, aparece en Nueve Reinas (2000), cuando Juan (Gastón Pauls) ejecuta la famosa trampa conocida como “la uruguaya”.
Todo ocurre en un kiosco. Juan compra algo por apenas $5 y nota que la cajera tarda en calcular el monto usando monedas de valores poco habituales. Esa duda es la señal que él necesita: alguien confundido es terreno fértil para un engaño rápido.

Cómo opera la estafa “la uruguaya”
- El primer movimiento: Juan finge pagar con un billete de $50. La cajera hace lo que corresponde: empieza a reunir los $45 de vuelto.
- El giro inesperado: Cuando el cambio ya está sobre el mostrador, Juan dice que “encontró” un billete de $5 en el bolsillo, por lo que ya no necesita pagar con el de $50. Hasta ahí, todo parece un simple malentendido.
- La confusión calculada: Juan toma los $5 recién “hallados”, los $45 que la cajera ya preparó y el billete de $50 inicial. Junta esos $100 y le propone a la cajera cambiarlos por un billete de $100. Ella, apurada y desorientada por el ida y vuelta, acepta sin pensar demasiado.
A simple vista, el intercambio parece equitativo: él entrega $100 y recibe $100. Pero cuando se revisa más despacio, aparece el truco:
- Juan arrancó con $55 (el billete de 50 + el billete de 5).
- La cajera tenía $145 (los $45 de vuelto + el billete de $100 de la recaudación).
- Ambos terminan con $100.
- Juan gana $45 y la cajera pierde $45.
La trampa funciona porque ella olvida que ya había entregado los $45. Su atención queda atrapada en el “cambio rápido” que él pide, y acepta la operación sin reconstruir mentalmente el flujo del dinero.
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Este engaño muestra cómo, cuando no hacemos un cálculo mental básico —qué tenía antes, qué entregué, qué debería recibir— es mucho más fácil caer en operaciones que parecen correctas, pero no lo son.
Por eso, entrenar la cabeza para hacer cuentas rápidas no solo sirve para la escuela: también es una herramienta de defensa frente a estafas que se apoyan en la confusión y la presión del momento.



















