Hong Kong multiplica las cancelaciones de eventos independientes con pretextos técnicos
Hong Kong, 25 nov (EFE).- La cancelación del Festival Arcoíris, programado para el próximo sábado, y el cierre fulminante de la exposición fotográfica del 35 aniversario de la Asociación de Reporteros Gráficos de Hong Kong (HKPPA por sus siglas en ingl...

Mar Sánchez-Cascado
Hong Kong, 25 nov (EFE).- La cancelación del Festival Arcoíris, programado para el próximo sábado, y el cierre fulminante de la exposición fotográfica del 35 aniversario de la Asociación de Reporteros Gráficos de Hong Kong (HKPPA por sus siglas en inglés) han puesto de relieve la progresiva constricción del espacio público para actividades que se aparten del discurso oficial en la urbe semiautónoma.
El Comité Organizador del Orgullo de Hong Kong, que llevaba meses preparando el primer gran acto colectivo LGTB al aire libre desde la pandemia, recibió la notificación de que el recinto que lo acogía había sido declarado “no disponible” por “obras de construcción urgentes” decretadas por el Departamento de Edificios.
Los sucesivos intentos de reprogramación en fechas alternativas se toparon con silencio administrativo, lo que forzó la suspensión definitiva del evento y dejó en el limbo a cientos de participantes y voluntarios.
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Apenas veinticuatro horas antes, la Universidad Bautista de Hong Kong (HKBU) ordenó el cierre indefinido de su Galería Koo Ming Kown por “reparaciones de emergencia” cuando solo habían transcurrido tres días desde la inauguración de la muestra conmemorativa de la HKPPA.
La muestra, fruto de nueve meses de curaduría, reunía cientos de imágenes que recorrían la historia visual de la ciudad desde finales de los años ochenta hasta la actualidad, con especial énfasis en las protestas prodemocráticas de 2019.
Por su parte, la HKPPA lamentó el “daño irreparable” a la memoria colectiva y anunció que acelerará la creación de una plataforma digital permanente.
Estos dos episodios no son hechos aislados, sino la última manifestación de un patrón que se remonta al menos a 2018 y que se ha intensificado tras la imposición de la Ley de Seguridad Nacional en junio de 2020.
Según un registro exhaustivo elaborado por observadores independientes, al menos quince convocatorias de carácter cultural, cívico o político han sido frustradas en el último momento con justificaciones que repiten un guion casi idéntico: intervenciones estructurales imprevistas, riesgos sanitarios residuales o cláusulas de “fuerza mayor” sin mayor detalle.
Un precedente data de noviembre de 2018, cuando el Festival Literario Internacional hongkonés canceló dos recitales del escritor disidente Ma Jian: el primero, 48 horas antes, por “promover intereses políticos individuales” y el segundo, en un local alternativo, sin explicación alguna.
La pandemia proporcionó un argumento adicional, pero las restricciones no desaparecieron con el coronavirus.
La vigilia anual por Tiananmen en el Parque Victoria, organizada durante tres décadas por la Alianza en Apoyo a los Movimientos Patrióticos Democráticos de China (disuelta en 2021 bajo la nueva normativa de seguridad), fue impedida sucesivamente.
En 2021 por el sellado físico del recinto, un año más tarde por “riesgo de reunión no autorizada” y en 2023 por un supuesto “proyecto de renovación por fases” que se prolongó hasta junio.
Desde entonces, el mismo espacio acoge ferias comerciales de marcado tono proPekín, como el Mercado de la Patria.
El ámbito cultural ha sido particularmente castigado. En septiembre de 2021, el concierto de Denise Ho en el Teatro Shouson fue suspendido por “amenazas al orden público”; en mayo de 2023, el de Anthony Wong en el Centro de Convenciones, sin motivo expreso; y en diciembre del año pasado, el de Pong Nan en el distrito cultural West Kowloon por “fuerza mayor”.
En julio de este año, la actuación de la cantante taiwanesa Anpu en el AsiaWorld Arena se desvaneció por “circunstancias irresistibles” del promotor, y Pink Dot HK, la concentración anual por los derechos LGTB, perdió su ubicación habitual sin explicación.
El gremio periodístico y el universitario tampoco se libran. En febrero, el Sindicato de Periodistas vio cancelados un torneo deportivo y una cena benéfica por “reparaciones” y “fugas de agua”.
En junio, un seminario de Greenpeace en la Universidad China y un concurso de debates escolares con exlegisladoras democráticas como Emily Lau y Audrey Eu fueron desplazados o anulados por “obras urgentes” notificadas con apenas un día de antelación.
Organizaciones de derechos humanos describen el fenómeno como un “control blando pero implacable”, ya que se evita la prohibición explícita -que generaría ruido internacional- y se sustituye por trabas burocráticas y logísticas que logran el mismo efecto.
Un lustro después de la imposición de la Ley de Seguridad Nacional, el paisaje cívico hongkonés se ha reconfigurado por completo.
Mientras las autoridades locales y Pekín impulsan eventos de narrativa unificada, el activismo tradicional se ve abocado al exilio virtual o a la clandestinidad física. EFE
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