Aventura extrema y belleza natural: la travesía de Bariloche que los turistas no pueden perderse

Es ideal para los amantes del trekking y de las grandes vistas, ya que se puede apreciar una deslumbrante mirada al Parque Nacional Nahuel Huapi.
El nombre de este mágico rincón homenajea al doctor Christofredo Jakob
El nombre de este mágico rincón homenajea al doctor Christofredo Jakob Foto: Google Maps

El corazón de la Patagonia es un lugar ideal para tomarse unas merecidas vacaciones, vivir experiencias en familia y observar la naturaleza. A poco más de dos horas del centro de Bariloche, se esconde una de las panorámicas más deslumbrantes del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Se trata de “La Mirada del Doctor”, un mirador natural ubicado a más de 1.500 metros de altura, se ha convertido en un destino de culto para los amantes del trekking y la naturaleza.

Para poder llegar al lugar, se debe conducir a unos 90 kilómetros de Bariloche hasta el parque Foto: Google Maps

El nombre de este mágico rincón homenajea al doctor Christofredo Jakob, un neurocientífico que recorría estas tierras a caballo a comienzos del siglo XX. Según relatan los baqueanos, pasaba horas contemplando el paisaje desde una gran roca, hipnotizado por la inmensidad de montañas y lagos que lo rodeaban.

La exigente pero aventurera travesía de “La Mirada del Doctor”

Para poder llegar al lugar, se debe conducir a unos 90 kilómetros de Bariloche hasta el parque, aunque los que no tengan transporte podrán subirse a las combis con traslados diarios desde el centro de la ciudad.

Desde allí, comienza una caminata de aproximadamente 12 kilómetros hasta alcanzar el mirador. A los 8 km, los senderistas llegan a Laguna Ilon, donde pueden descansar, acampar o pasar la noche en domos habilitados durante todo el año.

Mirada del Doctor, Bariloche Foto: Google Maps

Cabe destacar que se trata de un tramo de alta dificultad, por lo que se recomienda comenzar la caminata bien temprano, alrededor de las 6 de la mañana, o bien planear la posibilidad de una estadía para que el sendero no agarre de noche al turista, ya que puede ser peligroso.

Después de Ilon, el sendero se vuelve más amable: un bosque de lengas y arroyos cristalinos acompañan la marcha hasta el mirador. Al llegar, una gran piedra marca el final del recorrido. A sus pies, un abismo de 500 metros cae verticalmente hasta el lago Frey. La vista es inabarcable, la emoción, inevitable.

Otro punto a tener en cuenta, es que este sendero requiere de mucha resistencia física y un equipo adecuado, por lo que se recomienda llevar bastones, botas de trekking y no subestimar el clima.