La tragedia que unió de por vida a Napoleón con Mariquita Sánchez de Thompson, la mujer del Himno Nacional
Aunque parezca impensado, el emperador de los franceses tuvo sin querer una relación con Buenos Aires. Una visita de su hijo a la capital unió para siempre las vidas del militar más famoso con una de las mujeres más importantes del siglo XIX.

Quien haya estudiado historia, los nombres de Napoleón Bonaparte y Mariquita Sánchez de Thompson no le son indiferentes, uno fue el militar más importante que dio Francia y la segunda la mujer más influyente de Buenos Aires en el siglo XIX. En distintos continentes y con diferentes vidas, sus caminos se unirían por una tragedia que enlutó al hijo del francés, el Conde polaco Walewski.
Su visita a la capital del Río de la Plata fue todo un acontecimiento para la época y aún persiste en la actualidad mitos y leyendas por lo que pasó en su corta, pero impactante estadía. ¿Qué rol tuvo la mujer a la que todos recordamos por el Himno Nacional?
Un hijo de Napoleón en Buenos Aires
Lo que pasó con Napoleón Bonaparte es historia más que conocida: militar y estadista francés, logró conquistar Europa a principios de siglo XX proclamándose emperador hasta su caída en la batalla de Waterloo, en junio 1815. Pero pocos saben que existe un vínculo con la Argentina, producto de la visita de su hijo polaco.
Corría el 1847 en pleno gobierno de Juan Manuel de Rosas cuando llegó al país el Conde polaco Walewski, (su nombre completo era Alexandre Florian Józef Colonna Walewski): se trataba nada menos que de un hijo ilegítimo de Napoleón y la condesa Maria Walewska.

Con 37 años había arribado a la Argentina por su carrera en la política y diplomática. El motivo concreto de su visita se debió a que, por ese entonces, la Confederación Argentina estaba en pleno conflicto con Francia e Inglaterra por la libre navegación de los ríos.
Llegó como plenipotenciario del gobierno francés y tanto él como su familia fueron alojados -por orden del gobernador Juan Manuel de Rosas- en la mejor casa de Buenos Aires que en esa época pertenecía a Esteban Adrogué y familia. Casado por segunda vez, se instaló en estas tierras del sur con María Ana di Ricci quien estaba embarazada y justo a punto de dar a luz.

La nieta del emperador
El 12 de mayo, tres días después de pisar suelo rioplatense, nació la nieta de Napoleón a la que bautizaron Isabel Elisa en la iglesia de La Merced. Pero la pequeña no llegó a vivir dos meses y murió a principios de julio. El 3 de ese mes quedó constatado el ingreso de su cuerpo al cementerio de la Recoleta.
Rápidamente, la noticia de que una nieta de Napoleón murió en la pequeña Buenos Aires no tardó en darse a conocer; incluso el poeta José Mármol le dedicó una prosa a la Condesa Walewska comparando su duelo con las madres de aquellos “víctimas del régimen rosista”:
“Ya, señora, entre vos y los proscritos / Hay algo de común que os simpatiza /…./ Disteis un ángel a la patria mía, / Pero al arrullo del materno anhelo / La tempestad del Plata respondía. / Y asustado, el Querube voló al cielo. / Ved, ¡ay! señora, en vuestro propio llanto / El llanto de mil madres argentinas / ¿Dónde sus hijos son? ….”.

Al poco tiempo del entierro de su pequeña y habiendo fracasado en su misión diplomática, Walewski y su familia regresaron a Europa, donde él retomó su carrera diplomática. En 1855, fue nombrado senador y ese mismo año ministro de Asuntos Exteriores. Al año siguiente presidió en representación de su país la Conferencia de París que puso fin a la Guerra de Crimea.
El vínculo con Mariquita
Mariquita nació el 1 de noviembre de 1786, su carácter y posición social la ubicaron entre una de las mujeres más influyentes de principios de 1800. Las tertulias que organizaba en su casa eran de las importantes en la época de la Buenos Aires colonia, en una de ellas se dice que sonó el himno por primera vez, y se consolidó como una de las “damas patricias” más importantes de la época.
Pero su influencia atravesó varias décadas. Durante la visita del hijo ilegítimo del emperador francés, Mariquita estaba exiliada en Montevideo, por lo que es difícil de pensar que se dio un encuentro entre ambos, pero sin querer sus vidas se cruzaron por la trágica muerte de Isabel Elisa.

No se tiene el lugar exacto de su tumba, pero sí está constatado que su cuerpo ingresó al campo santo de Recoleta el 3 de julio de 1847, al día siguiente de su deceso. Una de las teorías más fuertes indica que los restos descansan en la bóveda de Mariquita, quien tuvo vínculo con Francia a través de su último esposo, Washington de Mendeville, un hombre nacido en ese país y con labores diplomáticas en el exterior.
Pero hay un detalle más y es que posiblemente no están en la actual bóveda de Mariquita, ya que los restos de la célebre patriota inicialmente estuvieron en otra ubicación del cementerio.
Otra hipótesis señala que los restos, la nieta porteña de Napoleón, fueron trasladados al Cimetière du Père-Lachaise (París).

















