Ideal para los amantes de las pastas: el emblemático restaurante cordobés que deslumbra con más de 30 salsas

Ubicado en el corazón de la ciudad de Córdoba, sobre la calle Lima al 200, se encuentra Lago di Garda, un restaurante con 65 años de historia que supo mantener su esencia sin dejar de innovar.
Fundado en 1959 por el matrimonio de inmigrantes italianos Santucci-Rizzo, el local es hoy administrado por la tercera generación familiar, que continúa con la tradición de ofrecer pastas artesanales y una carta que sorprende con más de 30 salsas diferentes.

Desde sus inicios en un pequeño local de la calle Rivadavia, con cocina a leña y piso de tierra, Lago di Garda se convirtió en todo un referente gastronómico. En 1969, se trasladó a su actual ubicación, donde sigue recibiendo a clientes de todas las edades.
Si bien el restaurante se distingue por sus pastas frescas, también supo adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su identidad. La carta, que en el pasado se mantenía casi inalterable, ahora se renueva con propuestas novedosas, toques de autor y ediciones especiales que buscan conquistar a un público cada vez más exigente.
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Uno de los aspectos que hacen único a Lago di Garda es la amplia variedad de salsas disponibles. Con más de 30 opciones, elegir una se convierte en un desafío para los clientes, ya que todas tienen una gran demanda. Los propietarios afirman que ninguna puede ser retirada del menú porque cada una cuenta con su público fiel.
Otro atractivo destacado del restaurante es la “fuente de pastas”, una opción que permite a los comensales degustar distintas especialidades en una misma comida. Este sistema de autoservicio convierte la experiencia en un ritual compartido, en el que cada cliente elige y combina según sus preferencias.
El legado de una familia apasionada por la gastronomía
A pesar de incorporar tecnología en su cocina, como amasadoras y laminadoras modernas, en Lago di Garda se mantiene la esencia artesanal. Un claro ejemplo de ello es que los cappellettis continúan cortándose a mano, como se hacía en los primeros días del restaurante.

Si bien las pastas son el alma del menú, la carta también incluye otros platos tradicionales como milanesas, pescados y guisos, además de postres clásicos italianos y argentinos. Entre estos últimos, el flan con dulce de leche es una opción infaltable para cerrar la experiencia gastronómica.
Para disfrutar de una comida en Lago di Garda durante los fines de semana, es recomendable hacer una reserva previa. De lo contrario, los clientes deben estar preparados para esperar en la vereda, una escena que ya forma parte del paisaje habitual del restaurante.
El nombre del restaurante no fue elegido al azar. Fernando, nieto del fundador y actual responsable del local, cuenta que su abuelo bautizó el establecimiento en honor a Lago di Garda, en Italia, donde prestó servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial.
Aquella experiencia marcó su vida y, al abrir su propio negocio en Argentina, decidió rendir tributo a ese lugar que quedó grabado en su memoria.