¿Cuero cabelludo dañado?: señales y claves infalibles para tratarlo a tiempo

Se trata de la raíz del bienestar capilar. Cómo cuidar y prevenir este trastorno que afecta a la piel.
Cabello. Foto: Freepik.
Cabello. Foto: Freepik.

El cuero cabelludo es un reflejo directo de la salud capilar y de la piel de una persona. Lo que sucede, es que al estar cubierto debajo del cabello, no siempre le prestamos la atención necesaria y no podemos ver señales tempranas de que algo puede no andar del todo bien.

Detectar los cambios a tiempo es clave para mantener el equilibrio del ecosistema capilar y así, evitar problemas serios como la caída excesiva del cabello, afecciones dermatológicas, dermatitis seborréica y hasta foliculitis decalvante.

Cómo cuidarse el cuero cabelludo. Foto: Pexels

Según los dermatólogos, una de las afecciones más comunes que suele pasarse por alto día a día es la picazón constante, que debe ser tratado adecuadamente para no derivar en temas mucho más serios.

Sobre todo, durante el invierno, con el frío y la resequedad ambiental, el cuero cabelludo suele resecarse y resentirse, por lo que es clave prestar atención a los problemas de caspa, irritación o caída del cabello.

Peluquería, cabello. Foto: Pexels.
Hacer un diagnóstico del cuero cabelludo es importante para la salud capilar y de la piel. Foto: Pexels

Cuáles son los problemas más comunes del cuero cabelludo y cómo tratarlos

Según la Sociedad Argentino de Dermatología (SAD) se debe incluir al cuero cabelludo como parte de la rutina y el tratamiento general de la piel, ya que es igual de sensible aunque esté cubierta de pelo. Por eso, se le debe prestar atención a los siguientes problemas:

  • Caspa o picazón: escamas blancas o amarillentas visibles en el cabello o hombros, acompañadas de picor, pueden indicar resequedad o dermatitis seborreica.
  • Enrojecimiento o sensibilidad: si sentís ardor o ves áreas rojas, podría ser irritación por productos agresivos o acumulación de suciedad.
  • Caída excesiva: más de 100 cabellos por día o mechones en el peine pueden señalar un cuero cabelludo debilitado o inflamado.
  • Olor o grasa excesiva: sentir mal olor o cabello graso constante sugieren desequilibrio en la producción de sebo o higiene insuficiente.
  • Sequedad extrema: si el cuero cabelludo se siente tirante o aparece descamación fina, el clima frío o el uso de calor (secadores) podría estar afectándolo.
Cómo cuidar el cuero cabelludo. Foto: Pexels.

Las claves esenciales para salvar el cuero cabelludo

Si bien es cierto que usar el shampoo adecuado para cada tipo de cuero cabelludo es esencial, también es cierto que muchos dermatólogos desaconsejan los lavados diarios para que no se acumulen productos industrializados y no se barran en exceso los aceites naturales de nuestro cuerpo.

Aunque debemos lavar el pelo de dos a tres veces por semana, también hay otros cuidados que debemos tener en cuenta para estar sanos:

  • Hidratación profunda: aplica mascarillas con ingredientes como aloe vera, aceite de coco o avena una vez por semana. Deja actuar 15-20 minutos antes de enjuagar.
  • Protección contra el frío: cubrite con gorros o bufandas, pero ventilá el cuero cabelludo para evitar humedad que fomente hongos. Evitá el uso prolongado de gorros sintéticos.
  • Evitar agresiones: el uso de planchitas, tinturas químicas o productos con alcohol. Optá por fórmulas suaves y sin sulfatos.
  • Dieta y agua: consumí alimentos ricos en zinc (nueces), vitamina E (espinacas) y tomá al menos 2 litros de agua diarios para nutrir desde adentro.
  • Consulta profesional: si los síntomas persisten (caspa severa, inflamación o pérdida notable), visitá a un dermatólogo. Podría ser necesario un tratamiento con antifúngicos o corticosteroides.
Secador de pelo. Foto Freepik
El exceso de calor en el pelo puede ser perjudicial para el cuero cabelludo. Foto: Freepik

Aunque esto no suele ser tomado en cuenta, es importante masajear diariamente el cuero cabelludo con la yema de los dedos durante al menos cinco minutos, para estimular la circulación y aliviar tensiones. Este simple hábito marca poderosamente la diferencia.